lunes, 11 de diciembre de 2006

la narrativa de la semana

De tres a triage:
*Crónicas al cruzar la puerta 21*


Espero sentado mientras me tomo un café en algún lugar del norte de la ciudad, Paúl dictaminó mi estadía por mas de una hora en aquel lugar, - todo bien me demoro…tuve un problema – me dice hablándome desde un numero de teléfono anónimo.
Me siento en aquella silla de nuevo… hace frío.
Ahora fumo uno de esos cigarros importados que me hacen pensar en el “caballino rampante” de las terapias que menciona Paúl en la idea de la publicación numero veintidós.
Vibra la mesa, es mi celular de nuevo… Llamando – James, dice la pantalla, otro dictamen: “Ya voy para allá tengo dolor de estomago, pero Paula ya me dio unas pastillas… jeje espéreme ya llego, date una vuelta”.
Sonrío, llevo una eternidad en aquel lugar… tomo mi celular llamo a alguien. No me contesta, mierda.

¿Donde estará? ¿Donde están todos?

Han transcurrido ya unos seis meses, desde que Paúl, Jaime y yo construimos lo que hoy llamamos triage. Un colectivo cimentado entre arte y filosofía que pretende… bla…. No escribo esto para explicarlo; el hecho es que desde hace bastante tiempo nos vemos casi todas las semanas, nos reunimos, hablamos, discutimos, peleamos, reímos y tratamos de salir adelante con todo lo que pretendemos y queremos hacer como grupo, como colectivo. Por lo menos eso intentamos, intentamos reconocernos, tolerarnos.

Lo anterior se me viene en un instante a la cabeza, sentado en aquel lugar cerca de la calle 72 en Bogota. Han pasado ya 30 minutos después de la última llamada de Jaime.

Mientras, observo una de aquellas revistas de farándula vacía, que habla más de los kilos extra de una descubierta modelito en las islas Baleares, que de la realidad del mundo en el que vivimos; me doy cuenta de cuantas cosas hemos atravesado con Triage, cuantas trabas, cuantos problemas, cuantos obstáculos en tan poco tiempo. Me doy cuenta del porque aun sigo sentado donde estoy… esperándolos; veo mas real la realidad. Dejo de leer.

Me levanto y llego a un sitio de “romance universitario”; no recuerdo el nombre del lugar, tampoco recuerdo haber estado allí nunca. Pido lo usual, en mis momentos de espera, de ocio o de sana soledad…un café doble, un expresso o simplemente un tinto bien cargado como dice mi padre.

Enciendo la luz, el falso calor, fumo.

Han pasado apenas unos tres minutos. Siento que es mas tiempo, supongo que dos meses sin tener un espacio de soledad para mi, se ven reflejados aquella noche…me siento cansado, no quisiera esperar, pareciera que ya no pudiera soportarme ni a mi mismo; me regalé a muchas cosas, endosé mi tiempo abandoné mis espacios. No me arrepiento…bienvenido lo bueno y lo malo; adquirí experiencia, he vuelto siendo otro; eso me agrada.

Me dedico a mí.

Camino entonces; la gente me observa mientras doy pasos cortos con un café y un lucky en mis manos temblorosas que se asemejan a las de un “junkie” terminal.

Me da un poco de risa.

Llevo la mirada perdida de un trabajador de casino, repartidor de suerte, repartidor de cartas, Repartidor de solo dos colores. De premios que no necesitamos.

La casa gana.

Comienzo a pensar donde empezó todo, todas las causas del porque estoy allí para reunirme con ellos. Con Triage.

Pienso en las ganas, en el querer, en la emoción, en el riesgo, en el atreverse, en el sentirse capaz; eso creo al menos… creo que allí comienza. Seis meses atrás era eso lo que sentía, era eso lo que surgía curiosamente en un lugar de “romance universitario” , en aquel café en el que la idea de colectivo era apenas una pincelada anónima y muda que parecía mas un proyecto destinado al olvido de una semana, que a mas de seis meses de trabajo duro en equipo.

Recuerdo por cuatro, ese fue el inicio antes de que el forjador de parte de la idea partiera para dejarnos triada, no había nombre, no había mucho que decir. Se hablaba de una cosa y de otra. Se resolvieron los incontables no… se dejaron evidentes y entre comillas los si, así empezó todo… ese fue el primer paso.

Mirada bizca y tienducha de centro, yo hablaba como argentino simulando el interés de un extranjero traído de la mismísima pampa, para que lográramos, una foto de un personaje que no vamos a olvidar. Neftali era su nombre, mexicano, bigote enorme digno de aquella región, productora de novelas dramáticamente alienantes, vendedor de música y especialista en rancheras por supuesto; queríamos su imagen para nuestro primer proyecto de portada. Nos parecía mas honesto… si pretendíamos hablar de lo urbano en un principio, necesitábamos un personaje que proviniera de allí, Neftali era de lejos un personaje callejero, canchero y negociador. Absolutamente fascinante en su manera de ver la simpleza de su mundo, de su vida y el sobrevivir, que en este país es algo más que una constancia.

Nos dio su numero telefónico y una sonrisa, nos dijo que lo buscáramos pa’ lo de la foto como el mismo lo expresó.

Jamás lo volvimos a ver, por lo menos yo. Preferiría pensar que volvió a México.

Ese día fue mágico, ya empezábamos a organizar unas cuantas buenas ideas para poder generar un colectivo, para generar un espacio, que ese mismo día ya sabíamos que tenía que ser una publicación inicialmente… una publicación que fuera diferente.

Pasaron un par de semanas, Paúl y yo veníamos de hacer un comic para la Feria Internacional del Libro de Bogota, junto con 16 personas mas, lo cual fue un reto grandísimo; en ese momento teníamos mas claro, que trabajar en equipo es complicado y controlar las distintas posiciones es aun mas difícil.

Inmediatamente después de que éste proceso finalizó, empezamos a trabajar en Triage, el nombre lo propuso Jaime, por esta época andábamos pensando en un nombre para el colectivo y las vinculaciones cercanas que tenia Jaime nos mostró el termino que es principalmente de uso medico: Triage: clasifica y ordena; eso queríamos la palabra de origen francés nos sedujo y a los diez minutos fuimos colectivo bautizado.

Infinidad de tintos, cervezas anotaciones, fechas y cronogramas que se repetían cada vez con mas periodicidad, casi siempre en distintos lugares, hoy los visito y recuerdo lo que les cuento.

Texto e imagen fue el primer concepto al que queríamos dar síntesis, estudiantes de filosofía y artes dentro de un colectivo de tres parecía ser un buen comienzo.

Jaime se sentó a escribir por un mes, Paúl y yo pensamos en imagen para aquel primer texto – pretexto. Espejos, reflejos, la vanidad y un tema que queríamos tratar de una manera distinta, del otro lado como aquella fantástica Alicia de Lewis Carroll.

Desde referentes sencillos decidimos citar, Blanca nieves o Narciso, eran más cercanos que Nietzche o Sartre para un lector común; queríamos que hasta nuestras madres entendieran lo que decíamos. Leer y re-leer, nos tomo un par de semanas para lograrlo, hasta que casi lo digitamos los tres aquella tarde en la casa de Jaime.

Jaime… ¿habrá salido ya de casa?

Lo llamo, no contesta, mi tinto y el cigarro ya se acabaron en la mitad de esta historia.

Miro hacia la calle, allí está, una hora después, Jaime ha llegado a la cita, olvido lo que estaba pensando, quizás mas adelante les siga contando, tenemos tiempo, tanto como necesitemos, una vida de ventaja, por ahora hay un amigo que me esta esperando.

Suficiente.

Enciendo otra luz, otro falso calor, fumo.

Me voy, hace frío.

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